Cianuro.
Estando encerrado, rodeado por el terror de las sombras, acechado por el hedor nauseabundo de la soledad. Intercalando las ideas del miedo, con las del raciocinio. Nadando en un mar, con tormentas de pesadillas, de ideas no acabadas, de relaciones truncadas, de amistades perdidas, de amores ya lejanos. Subido a una ola de cresta plateada, viendo desde lo alto la mas negra de las caídas, las personas que antes eran, como ahora son. Cortado por la navaja de las viejas creencias, de los antiguos dioses, de las mas profundas creencias. Viendo un mundo donde ya no nacen esperanzas, que no crecen sentimientos y mueren necesidades. Ahí en lo mas profundo, en lo mas alto, en lo mas lejano, puedes ver las cosas fuera de sito. En donde nadie las toca, en donde nadie las rechaza. Porque aun rechazo el mio ser, el como ser, el como vivir y el como morir. Aquel país desconocido, postrado en la nube del no conocimiento, intentando por todos lo medios desvanecer la niebla que lo cubre. Aquí en esta machacante soledad del encierro, en lo alto de mi propia torre, la torre de la princesa. Pero ya no esta, ella se fue, me dejo lejos en mi ultimo aliento, en mi ultimo suspiro. Cual es el sentido de haber llegado tan alto de la torre, si al final del camino solo queda el vacío, el encierro, la soledad. Esa dama viste de todas las lágrimas de aquellos que un día fueron, y dejaron de recordar, dejaron de ser. La dama mentirosa que desea hacerse con todos aquellos que un día dejaron de tener, que dejaron de sentir, que dejaron de querer. Siempre circulando sigilosamente, entre nosotros atenta, al acecho, de cualquiera que se deje influenciar por ella, abrazando al primero que la note, encerrandote para siempre en lo alto de la torre. Mi largo sueño ha empezado la dama se acerca, me coge en sur largos y palidos brazos y noto el frio de su corazon, un corazon que dejo de latir a la par que otro. Ese otro es el mio.
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