Twilight Zone . . .

Sonidos en mi mente recorren mis pensamientos, el sonido de la noche de brujas me acompaña. En la soledad de la oscuridad solo rodeado de silencio y frío en el salón de una vieja casa abandonada por sus propietarios. Solo se rompe ese silencio con el grito de dolor de alguien que pierde el ultimo aliento en un intento en vano de llamar la atención. Salgo a la calle para ver que pasa y no hay nadie, ni una sola alma en la calle. Un solitaria hoja del árbol de mas allá es testigo de mi soledad, mas que la bolsa de mi cena. La noche salpica todo aquello que nos rodea y vuelvo a oír el grito de ayuda, no hay nadie. No queda gente en la calle a la cual socorrer, en esa ciudad solo estoy yo no queda nadie mas. La gente ha marchado o yo me he quedado, no estoy seguro. Mis recuerdos son borrosos, a veces irrecordables y otros, dolorosos. El grito sigue sonando, rodeando toda la casa, la casa me resulta agradable. No quedo mas que yo, como puede alguien gritar. No hay personas en millas alrededor, no hay mas vida que la que tengo yo. Las personas, los animales, todo se marchó dejando atrás todo, a todos, a mi. En el parque la vieja noria gira sin niños alegres, el patio del colegio no tiene ya gritos, el hospital no tiene ya enfermos, los cementerios están llenos, no caben mas. La no che sigue y yo con ella, el amanecer nunca llega, ya nunca aparece por el este. La eterna noche nos rodea, a mi y a mi soledad. Lejos el rumor de unas personas que no volverán, de unos momentos que ya no habrán. Y otra vez ese grito, ese lamento ese perdón de lo mas profundo de una garganta agarrotada de dolor. La sangre no recorre el camino establecido, la venas vacías, las arterias llenas de aire, ,el cerebro vacío de ideas, el camino sin alguien que lo camine. El valle de las pesadillas esta por llegar, el momento de llorar por lo perdido esta cerca, el raciocinio de lo imposible llega a cometer en las personas el llanto de un bebé. El grito vuelve a aparecer, no lo soporto tendré que aprender de el. Quien es aquel que grita por un dolor tan grande, que desde esta soledad soy capaz de oírlo, un desgarre de cuerdas vocales, una frecuencia de ondas hertziales. Loco cada día en mi salón, cada noche, cada hora, a cada momento, le oigo llorar, le noto amar, pero, no hay mas dolor que amar sin poder hablar.

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