La Anciana De La Ventana

Una vez, en un apartado pueblo de la montaña, en la ventana de una casa, vi una mujer. Una mujer mayor, que miraba, que esperaba. Tenia la mirada de alguien feliz, de alguien que espera algo bueno. No pude dejar pasar a esa persona, algo hizo que yo me parase a preguntar que esperaba, a lo mejor estaba esperando lo mismo que yo.
Me pare junto a ella, en su ventana, y le pregunte que estaba esperado, que es lo que le hacia estar allí.
- Mira chico te voy a explicar una historia, un cuento que es verdad, una historia que es un sueño, una vida que fue una esperanza.-
En esta misma ventana conocí a quien sería mi prometido, hace ya muchos años. Llego igual que tu has llegado hoy, mientras estaba mirando como asaban las nubes, en una tarde de verano. No eran tiempos fáciles, acababa de empezar la guerra y llamaban a filas a los mas jóvenes, tanto si valían como si no. El era uno de ellos, portaba el petate cargado con sus cosas, y el fusil en la otra mano. Le pregunte de donde era, y me contesto que vivía no muy lejos de estamos.
Hablamos por mas de una hora, nunca antes alguien me conmovió como lo hizo el. Me explico que el pintaba, que pintaba personas, pero no como nos vemos las personas, si no como el las veía con el corazón.. Mientras hablamos el tenia un papel y en el me dibujó, y con voz temblorosa me dijo, -Eres lo mas bello que he encontrado, ten este papel, en el te dejo mi sudor y la tinta que me
obligan a malgastar en esta guerra tan odiosa. Guardalo, volveré a por el...-.
Pasaron los meses, los años, y el regresó, era diferente, la guerra le había cambiado, no era la misma persona. Los gritos, llantos, el dolor, todo le condujo a ser una persona diferente. Ya no tenia la necesidad de pintar, de dibujar, de expresarse como un ser creativo, un ser libre.
La guerra le dejó otro estrago mas, una enfermedad, no estaba sano, cada día que pasaba era menos el. Deteriorado, tumbado, ya casi sin fuerzas, me susurro al oído, -No sufras por mi, esta apunto de acabar este dolor, estaré esperando en algún lugar a que llegues. No tengas prisa por ir, llegaras cuando sea necesario, vive tu vida como si fuera el ultimo día y recuerda cada momento.- Así se despidió y se apagó.
Pasó el tiempo, conocí al que sería mi marido, mi amor, el padre de mis hijos, el abuelo de mis nietos. Nunca le mentí, el sabía lo que paso con el pintor, y lo comprendía, lo aceptaba y me amaba.
Ahora, después de tanto tiempo, de tantas cosas pasadas, de tanto amor, de tanto dolor, de tantas risas, de tantos llantos. Después de la felicidad, después de la amistad, ahora es mi turno. Me quedan pocos días ya aquí, y los disfrutaré cada día como el primero, aquí en esta ventana.
La anciana, sacó de su bolsillo un papel, amarillento por el tiempo, lo dejo en mi mano, y me invitó a continuar el camino, y entre sonrisas me dijo que ya había perdido demasiado tiempo con esta vieja. Así hice seguí mi camino mientras la anciana volvía a mirar por la ventana de su casa.
Ya casi era de noche cuando regresé al pueblo, con la intención de ver si aun estaba en la ventana, la anciana feliz. Pero en su lugar encontré unas flores, pregunté a un hombre que pasó por al lado mio si sabía algo de ella, y me comentó, que en esa casa hacia tiempo que no vivía nadie, la ultima inquilina fue una mujer ya mayor que se pasaba el día en la ventana, que no hacia mas que mirar por ella.
No creo que mi cara se pueda explicar con palabras, no creo que mi miedo se pueda entender, pero, metí la mano en el bolsillo y noté un trozo de papel, en ese trozo de papel estaba el dibujo de la anciana, la anciana de la ventana.

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