If You Want Blood...

La clasificación de poderes restringidos por las personas que los poseen, es sin mas la razón de cualquier enfrentamiento. Nada mas lejos de los echos que nos acontecen. Sin saber a donde nos dirigimos, de donde venimos y sin mas control que el de una piedra que cae de lo alto de una montaña camino del fondo del mar en un recorrido de varios miles de años. El enfrentamiento mas audaz llevado a cabo no es aquel en el que uno sale vencedor si no aquel en el que aprendemos que no hay que enfrentarse, si no, dejar que los otros lo hagan y aprender de sus errores desde la perspectiva que te permite el estar fuera del cuadrilátero. Formando parte de la lucha, sin ser parte de la legión de almas desencaminadas, o fatalmente dirigidas por los egos de los que tienen el poder. Saber ver, mas allá de donde nos enseñan a mirar, mas allá de donde nacen las estrellas. Mas allá de donde nace el dolor y muere la fatalidad. En aquel absurdo lugar donde la felicidad no se busca, se encuentra. Aquel lugar donde la sangre fluye con mas fuerza que el mas poderoso de los ríos, que el mas poderoso de los rayos. Tener el poder no conlleva tener la razón, ella solo se gana con la prudencia del que sabe apreciar los errores y del que mayormente los sabe aceptar. Fuertemente ligado a todo es la fuerza de la libertad, de la fuerza de cada uno de nosotros por ser uno, y por ser todos. Por ser cada uno cada día un ente capaz de resolver los problemas que cada uno es capaz de crearse a si mismo. No hay que luchar con las fuerzas de la naturaleza, no hay que luchar con los poderes establecidos, solo hay que resolver los problemas que el poder nos puede ocasionar. Simple y eficaz, solo hay una verdad en toda esta trama de efectos personales a los cuales llamamos recuerdos, que una vez muertos si nos los has compartido, se borraran para siempre en lo mas profundo del olvido.


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